08/01/2024
Vivimos un (des) orden establecido que se basa en privilegios desmedidos. Nos aferramos a ellos, principalmente porque no los percibimos como tales, a pesar de que indiscutiblemente causan perjuicio, especialmente a aquellos que se desplazan por entornos urbanos de cualquier manera, excepto conduciendo.
Por
Iván Leske
Conducir es un privilegio para el que previamente debimos haber demostrado estar aptos mediante el proceso de obtención de licencia. Sin embargo, muchas veces este proceso suele ser demasiado difícil.. de reprobar! Y este punto es tan significativo que no tenemos idea de lo privilegiados que somos al trasladarnos al mando de un vehículo particular.
Sumado a que, además, las ciudades fueron tomando forma alrededor de este privilegio (el uso del auto particular) en detrimento de otro tipo de movilidades. Por ende, conducir es un privilegio que trae consigo un combo de más y más privilegios, todos a costa de aumentar la brecha respecto de otro tipo de movilidades y en perjuicio de éstas.
Siendo que la mayoría de la energía que necesita un auto para moverse, es utilizada para mover a la máquina y no al humano (a ver, redondeando a modo de ejemplo digamos que un auto pesara 900 kg y una persona pesara 100, el 90% de la energía que necesitamos para mover el peso total, la usa la máquina y no el humano) y que esa energía proviene mayormente de combustibles fósiles, se trata además de un medio de transporte para nada amigable con el ambiente.
Y considerando que el auto se desplaza por entornos que fueron preparados para la máquina y suelen no perdonar el error humano natural, resulta un medio de movilidad riesgoso.
Ya que todo lo anterior nos indica que la movilidad urbana cuyo sistema gira alrededor del auto particular resulta injusta para quienes no conducen, uno de los desafíos que enfrentamos, entonces, consiste en pasar de los privilegios alrededor del auto hacia la equidad entre las diferentes movilidades. De manera que si elegimos movernos de otra forma que no sea conduciendo nuestro propio auto, no nos veamos perjudicados por los privilegios que se le otorgan a todo conductor.
Ejemplos prácticos, cientos.. pero vamos con un par:
La eliminación selectiva de privilegios al automóvil particular, como la restricción de giros o la creación de zonas peatonales, puede no solo mejorar la movilidad, sino también aumentar la seguridad para los usuarios más vulnerables de la vía pública.
Imagen de vecstock en Freepik, creada con IA
La equidad en la movilidad implica repensar la forma en que planificamos nuestras ciudades y promover opciones de transporte más sostenibles y seguras para todos, que suplan nuestra necesidad de desplazamiento de tal modo que elegir conducir deje de ser la opción más tentadora.
De hecho, si de privilegiar usuarios urbanos se trata, deberíamos priorizar a los vulnerables y menos contaminantes para, al final de la lista, que el único privilegio al que acceda un conductor sea sólo conducir. Privilegio que, de nuevo, amerita que para alcanzarlo debamos superar procesos de obtención y renovación de licencia notablemente más rigurosos. Pero esa, será otra discusión.
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